*La Escafandra del Mar*
¡Ah!, hemos llegado pues, al momento en que el magnánime Zha’kor, el legendario herrero más famoso de todos los tiempos realizó su última tarea, y fue en su propia forja, considerada una de las siete más antiguas y poderosas del mundo, y la única de ellas que aún es funcional en nuestros días.
Casi toda su vida la había pasado pensando en cuál sería su última creación, una que debería estar a la altura de las expectativas del mundo y de su propio renombre. Quiso juntar cada una de las técnicas aprendidas todos estos años, con los tengu, los tulpas o la técnica para forjar avatares, y para analizarlas todas hizo recuento de cada una de sus creaciones. En cada una de ellas encontró un mismo punto común, lo hacían feliz.
Nuestro herrero disfrutó con cada forja, con cada fragua, con cada técnica usada, todo tenía que ver con su felicidad. Claramente su última creación debía estar relacionada con su propia felicidad, y no tienes que ser un genio, compañero viajero, para deducir que su felicidad ya tenía un nombre: Aislinn.
La nereida, su amor de cabellos del color de la sangre ardiente y ojos de sombras brillantes, ella era su felicidad física en el mundo, pero vivía en las profundidades del océano que tanto amaba también. Al llegar a este punto de sus conclusiones tuvo claro cuál sería su creación, y estaría directamente relacionada con otra de sus creaciones.
¿Recuerdas el Casco Nautilus?, pues decidió completar aquella creación añadiendo una máscara que cubriese el resto de su cabeza. Para ello usó de nuevo elementos de las playas de su propia isla, y los unió en su propia fragua. Una vez diseñada y forjada, le dio una última particularidad, solidificó el oxígeno y forró con él todo el casco en su interior. Y así creó la Escafandra del Mar.
Con éste último artefacto, cuentan las historias, se retiró para siempre del mundo de la superficie y se marchó a vivir bajo el océano, en el reino submarino de las nereidas junto a su gran amor, Aislinn y gracias a la mítica escafandra de mar, su última creación, con la cual pudo respirar bajo el agua con total normalidad hasta el fin de sus días… si es que ese día ha llegado. También se dice que no habrá pruebas de que el mítico herrero haya muerto hasta que vuelva a aparecer la escafandra del mar, la cual nunca volvió a ser vista desde que Zha’kor desapareció bajo las aguas con ella puesta.
Así acaba su increíble historia, la que cuentan sus treinta y una maravillas creadas a lo largo de su vida, y las que hicieron de Zha’kor el herrero más grandioso y legendario de todos los tiempos. Gracias por todo viajero, por las comidas, el hidromiel y por escuchar durante veinticuatro horas seguidas las historias que dieron nombre a la leyenda del herrero.
***
La chica se levanta y se dispone a salir de la taberna, sonriente, pero el viajero la llama desde el fondo de la habitación antes de abrir las puertas, y se dirige a ella a voz en grito.
–¡Espera un momento!, ¿no decías que eran treinta y una maravillas?, has relatado las anécdotas de un total de treinta, y has acabado la historia. ¿Cuál es pues, la número treinta y uno?
Entonces la chica se vuelve orgullosa y contesta, también a voz en grito.
–Veo que has estado atento compañero viajero, tienes razón, pero la última de sus treinta y una maravillas no fue moldeada en ninguna forja. Se dice que la creó bajo las aguas del océano de la isla de Garra, pero nadie jamás ha conocido de su existencia –alega mientras se gira para mirar al viajero directamente a los ojos–. Verás, se cuenta que el herrero era un halfling, uno de los llamados “medio-seres”, y eso es cierto. Sin embargo ésta raza no es capaz de tener descendencia… pero heme aquí, la treinta y una maravilla. Mi nombre es Perséfone, y soy la hija de Zha’kor.
Mauricio Folk.
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